por LUCIA CAPUZZI
Mujeres que van más allá. Así es como, parafraseando a Madeleine Delbrêl, podemos definir a los misioneras.
Aquellas que parten hacia horizontes lejanos y lugares remotos donde viven y, a menudo, mueren como mártires, en el sentido de testigos. Y las que, "sin barco" cruzan las fronteras culturales, sociales y espirituales para alcanzar al prójimo. Como nos resgatamos o Papa Francisco na mensagem para a última Jornada Misionera Mundial: "La Iglesia de Cristo fue, es y será siempre "en salida" hacia nuevos horizontes geográficos, sociales, existenciales, hacia lugares y situaciones humanas "'límite", para dar testemunho de Cristo y de su amor a todos los hombres y mujeres de cualquier pueblo, cultura, condición social. En este sentido, la misión también será siempre missio ad gentes, como nos enseñó el Concilio Vaticano II, porque la Iglesia siempre tendrá que ir más allá, más allá de sus propias fronteras, para testimoniar a todos el amor de Cristo".
No es posible trazar un identikit rígido de las misioneras porque la palabra "misión" engloba un contenido plural, multidimensional y policromático. Hasta la segunda mitad del siglo XX, el término se utilizó, a partir del significado que le dieron los jesuitas en el siglo XVI, para referir-se a actividades especiais da Iglesia. No grande discurso do século XIX, se refere à figura tanto romántica do presbítero enviado oficialmente pela jerarquia eclesiástica a um país não cristão com o mandato de converter a função e construir uma comunidade eclesial.
Una fórmula que, paradójicamente, excluye a las mujeres. Este mismo periodo vio florecer figuras extraordinárias: as grandes misioneras religiosas, desde Francesca Javier Cabrini, o apóstol de los emigrantes, hasta Laura Montoya, pioneira na defesa dos indígenas amazônicos. Mujeres que fueron más allá en muchos aspectos, incluidos los prejuicios contra ellas mismas.
Fue el primero de enero de 1872 cuando tres muchachas, Maria Caspio, Luigia Zago e Isabella Zadrich, dieron vida al núcleo original de lo que más tarde sería el primer instituto femenino exclusivamente misionero nacido en Italia: las Madres Pías de Nigrizia, hoy combonianas. El fundador, Daniele Comboni, era consciente de la audacia de la elección y de la perplejidad que corría el riesgo de suscitar. Lo que le hizo perseverar fue la profunda convicción de la necesidad de mujeres, testigos de la compasión de Dios por los pobres. Por ello, compara a "sus" religiosas con "un sacerdote y más que un sacerdote". Filho, escribe, "una imagen fiel de las antiguas mujeres del Evangelio, que con la misma facilidad con la que enseñan el abc a los huérfanos abandonados en Europa, afrontan meses de largos viaja a 60 grados, cruzan desiertos en camello y montan a caballo, duermen al aire libre, bajo un árbol o en un rincón de una barca árabe, ayudan a los enfermos y exigen justicia a los pachás para los infelices y los oprimidos. No temen el rugido del león, afrontan todos los trabajos, los viajes desastrosos y la muerte, para ganar almas para la Iglesia".
Nos anos seguintes, nos outros institutos: las Hermanas Javerianas, las Hermanas de la Consolata, las Misioneras de la Inmaculada.
Lo que menoscaba el concepto "clásico" de misión y misionero o misionera es su asociación con la expansión colonial de Occidente. Uma cierta narrativa intenta integrar a transmisión de la fe en la "obra civilizadora del hombre blanco" contra los pueblos "primitivos o salvajes". Es el Concilio Vaticano II el que despeja cualquier ambigüedad y da una profundidad sin precedentes al impulso misionero. La misión no es uno de los muchos oficios eclesiales, sino una dimensión constitutiva de la Iglesia que participa en la missio Dei. Nesta perspectiva, se configura como um dinamismo cuyo objetivo é llegar a todo o mundo para transformarlo en Pueblo de Dios. Este último é o último porque Dios es misionero. En la eclesiología actual, la Iglesia se considera esencialmente misionera: existe mientras es enviada y mientras se constituye con vistas a su misión. Um cambio de rumbo bien descrito no artículo da historiadora Raffaella Perin [p. 12]. La Evangelii gaudium, inspirada no documento de Aparecida e nos estímulos do Sinodo sobre la Nueva Evangelización, retoma com fuerza esta perspectiva. En la "Iglesia en salida" de la que habla el Papa Francisco, el estilo, las actividades, el calendario, el lenguaje y la estructura se transforman por la opción misionera, que constituye su eje. La reforma de la Curia romana, contenida en la Constitución Apostólica Praedicate evangelium, es la encarnación concreta de ello, como ilustra la canonista Donata Horak [p. 18].
Ser misioneros es, por tanto, una forma de ser comunidad eclesial. No es sociología. La misión no es una ONG, como repite el Pontífice. Es decir, no es una actividad institucionalizada, una función a realizar, un compromiso a llevar a cabo, aunque sea con fines caritativos y benévolos. Es la naturaleza de la Iglesia. El motor de su acción. Se trata del corazón del Evangelio: la preocupación por los excluidos y la pasión por el Reino. Como afirma Agostino Rigon, diretor geral do Festival de la Misión: "Si Dios se preocupa por el mundo interior, el campo de la missio Dei es también el mundo entero: cada ser humano y todos los aspectos de su existencia".
É a fraternidade que impulsiona o homem ou a mulher a conversar em prol dos caídos nas esquinas, dondequiera que se torna encuentren: indígenas expulsados de suas camadas, vítimas da violência, niños escravos, gitanos atrapados nas afueras das ciudades, emigrantes condenados a uma peregrinação invisível. Para ayudarles a volver a levantarse y para que acepten ser levantados por ellos. Porque os excluídos são os filhos dos homens, de vida e de fé, como se fosse para aliviar um projeto de pecado anterior ao Serviço do Desenvolvimento Humano Integral, que criou uma espécie de "cátedra dos pobres em teologia". Um grupo de expertos planteou as grandes cuestiones de la teología a un grupo de marginados entre os marginados. Las respuestas, una destilación del Evangelio.
Embargo ao pecado, de ello se desprende una cuestión crucial. Se todos os bautizados e bautizadas são necesariamente decisores, o que significa que devem direcionar a escolha de aquellos -laicos e religiosos- que abandonam seu país e se dirigem a lugares lejanos para anunciar o Evangelho com sua vida e suas obras? "Por supuesto que estoy convencida de que sí", afirma Marta Pettenazzo, religiosa de las Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles y primera mujer en dirigir la Conferencia de Institutos Misioneros Italianos (CIMI) entre 2014 y 2019. "El compromiso misionero concierne a todos y cada uno. Algunos y algunas, sin embargo, tienenen la vocación de dedicar toda su existencia y sus talentos al testimonio del Evangelio, dentro y fuera de su país". Uma missão, por tanto, entendida em três séculos gradativos e dirigida à fragilidade humana, tudo isso não se concretiza. Aunque el horizonte geográfico ya no es dominante, aún no ha desaparecido.
"La llamada missio ad extra, es decir, vivir en otras naciones distintas de la propia, es una de las dimensiones de la misión y sigue siendo la prioridad para algunos Institutos o congregaciones. No centro desta eleição não está tanto o desplazamiento físico como a atitud existencial que implica a disposição a partir. Significa que não se pode deixar de dedicar a outra cosa. Y cuando lo hace, se pone necesariamente en actitud de aprender. La misión me ha enseñado que sólo se da en la medida en que se aprende", subraya la Hermana Marta.
Una vez más, surge la dimensión de "ir más allá" en la que la contribución de las mujeres se convierte en fundamental. Siempre ha sido así: la primera misionera misionera de la historia del cristianismo fue Magdalena, como nos cuenta la biblista Marinella Perroni [p. 16]. O embargo ao pecado, a missão contemporânea, no centro da cidade se encerra no cuidado e no empenho, como um rostro feminino, como uma mutação do caleidoscópio de histórias recopiladas neste número. Desde la de Lisa Clark, misionera de la no violencia en la sociedad civil y en el seno de las instituciones, hasta la historia de la hermana Zvonka Mikec, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, misionera de toda la vida en África, conocida en Roma por la escritora Tea Ranno, ex alumna salesiana. La recuperación de lo femenino, asociado durante mucho tiempo a la irracionalidad y a la incapacidad de gestión, como sostiene el teólogo protestante David Bosch, es fundamental para liberar el concepto de misión de cualquier pretensión de dominio, de cualquier ansiedad performativa, de cualquier paradigma eficientista. Só o decisor que combina o vigor com a ternura sabe crear espaços de auténtica gratuidade.
Sin duda, tal atitud mental y espiritual requiere un camino de formación integral, que sigue siendo uno de los retos abiertos. Os institutos e congregações, para as religiosas e/o laicas que pertencem a todos, combinam cada vez mais a teologia básica com estudios avanzados de misionologia, así como um plano de estudios específico para o trabajo que van a realizar nas distintas obras, desde a sanidad hasta la educación. "Por supuesto, habría que reforzar más la parte de la interculturalidad", dice la Hermana Marta. Para los que, por el contrario, optan por partir con asociaciones o a través de la diócesis, además de la formación interna, existem cursos específicos, entre ellos el Centro Unitario de Formación Misionera (CUM) de Verona.
El punto delicado, especialmente en tiempos de recesión mundial, sigue siendo el sustento. La solidaridad y el trabajo son las primeras fuentes aunque sean perennemente insuficientes. A menudo, la contribución de los benfeitores cubre la realización de proyectos específicos. O embargo, é mais difícil encontrar fondos para a subsistência, indispensável para que as decisoras dediquem um tempo completo aos pobres. Religiosas e laicas optan a menudo por la inserción en las diócesis de los países de acogida. O embargo, a queda por resolver o problema de hacer que a contribuição que se dá é o reconhecimento pelo seu compromisso com o mar pastoral totalmente adecuado em relação ao trabajo que realiza e apta para manter. Una modalidad, aún pionera, que se está estableciendo es la de las comunidades misioneras intercongregacionales y, a veces, mixtas, que permiten vivir plenamente las relaciones de reciprocidad entre los géneros.
Em resumo, a missão do siglo XXI não pode prescindir das mulheres. "A sua criatividade é indispensável para enfrentar as situações que uma pessoa inmersa em sua missão. Para mim, a decisão é aquella que ayuda a hacer nacer la fe tanto en los que no la conocen como en los que han perdido el sentido de ella". Una " matrona del Evangelio " que no está ansiosa por bautizar ni, lo que es peor, por ganar prosélitos, sino que busca abrir ventanas para que el soplo del Espíritu entre en las mujeres y los hombres de estima tiempo.